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Manifiesto posted at 11:11 p.m. Han pasado muchas cosas últimamente y en una carrera, como la mía en donde la identidad está constantemente sobre la mesa, me vi un poco abrumada cuando el profesor me preguntó cual era mi identidad, y yo sin pensarlo respondí: "ser nieta de un preso político". Luego, alguien me preguntó, porqué yo lo decía tan abiertamente. No es decirlo abiertamente, señora, es solo lo que es. En este país, el tema de la dictadura de los presos políticos, desaparecido y exiliados aun es un tabú. Hacemos como que lo tenemos presente y marchamos, nos acordamos del pobrecito de Víctor Jara, cuando algún extranjero nos habla de él. Hablamos de sanar heridas, cuando nosotros no somos sinceros a nosotros mismos. Les aseguro, que cualquier persona sea del lado que sea izquierda o derecha tiene algún familiar, vecino, amigo, o conocido absorbido por la dictadura. Señora, que no le de vergüenza que su marido haya sido torturador o torturado: es lo que nos tocó. Y a todos, y a cada uno, nos tocó de alguna u otra manera. Yo voy a ir siempre con la verdad por delante como lo he hecho siempre Mamá profesora, papá músico que no trabaja en música abuelos comerciantes, abuela que fue nana y un abuelo, que por organizar partidos de fútbol en la pobla fue una amenaza para el régimen. Y lo mandaron al nacional; y compartió celda con Víctor Jara. Y volvió a la casa flaquito y descalzo. No es alumbrarme, ni victimizarme por eso. Mi vida no depende de ello, y seguro la suya tampoco. Porque hablamos de los 40 años, de Allende y de Jara, del atentado y del frente pero no hablamos de los Segundo Guerrero, los torturados, los que se fueron, los que no volvieron, los que torturaron, mataron e hicieron desaparecer. No vemos en el clamor social, las caras de los desconocidos, de los que nos son ajenos; que murieron antes que nosotros naciéramos, del hijo que no volvió, de la mamá que despareció, o del vecino lleno de cicatrices; de las mujeres en el desierto de Atacama, que buscan y buscan restos de huesos, esperando encontrar al hombre que nunca volvió de las pieles curtidas, y las manos gastadas de sol y de arena, buscando a alguien que no aparece. Y nos espantamos cuando alguien nos dice "a mi viejo lo torturaron, al mío lo mataron, mi abuelo fue torturador, el mío no volvió" Y no vemos en esa consigna que tanto creemos conocer los rostros ajenos y lejanos, que alguna vez, fueron personas reales, tal como nosotros. Yo le digo, no se espante por eso a todos nos pasó, que usted no lo reconozca es otra cosa por el motivo que sea. El otro día veía, la tele con mi abuela lo de las abuelas de la plaza de mayo y la vieja feliz me decía "yo creo que aquí en Chile va a pasar lo mismo y la gente va a empezar a aparecer de a poco" y yo con pena tuve que decirle "no abue, aquí eso no va a pasar jamás porque nos da miedo identificarnos con el sufrimiento del otro, que también puede ser nuestro, en este país de mierda, hablamos de los muertos y torturados como por debajo de la mesa, como un montón de huesos, que queremos que aparezcan para no hablar más de ellos, para ir a ver imágenes a un museo, lleno de turistas, de cosas y artefactos, extractos de cartas, y de historias, que no pasan de ser, colecciones de un museo, aquí el tema es tabú, y nadie quiere identificarse con su propio dolor. |
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