Los dedos de Frederic danzaban por encima de las delicadas teclas de marfil. Haciendo un Cambré en las piezas de la delicada piedra, se pierden nuevamente entre octava y octava. Cleith le miraba desde la mecedora, al otro lado del  gran salón. Solo ellos. Frederic se volvea y la mira de soslayo. Le guiña un ojo y con una de sus manos la invita al banquete del piano. Se sienta junto a él, absorta entre las teclas, y de vez en cuando mira su rostro; suave y juvenil. Con las mejillas sonrosadas y los ojos cafés más oscuros que nunca. Cleith se recuesta en su regazo y se deja embriagar por la melodía; compleja, hermosa, profunda.
Hasta que ésta se detiene.
-Hermosa interpretación, Fred.
-Gracias linda.
-¿Frederic Chopin?
-Solo Frederic.
-¿Cómo dices?
-Es mía; la he escrito yo-lo mira; sobrecogida.
-Es preciosa; tienes mucho talento.
-Gracias.
-¿La has dedicado a alguien?
-Creo que sí-Cleith guardó silencio; y lo miró con sus ojos grandes. Frederic acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.- Mira Cleith; quizá yo no tenga todo el dinero del planeta; ni una buena vida, estable y segura, para darte. Pero si le podrás decir al mundo; que un idiota te compuso una canción.

Etiquetas: Abstracto

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