Contaba con apenas 20 años, pero con más historias que las que podría contar mi abuelo. Eran Regan, un joven de carácter decidido y una mirada peligrosa. Múltiples cicatrices decoraban su cuerpo, pero la más distinguida era la que se dejaba ver en su barbilla. Si alguien preguntase que le pasó, él diría que lo mordió un animal; lo cual es verdad. Y es que el trabajo de Regan no era nada fácil; Regan es, pues, domador de fieras en el circo.
   Debía mantener una actitud pulcra, casi prosaica en su noble oficio. Liam, su compañero, era un chico travieso, que en cada práctica le dejaba un nuevo arañazo en el cuerpo. Pasaban juntos largas horas al día y su relación ya no era solo laboral; si no que la amistad era el fundamento de ésta.
 
 Nunca se imaginó en esa posición. De niño siempre pensó que entraría a la universidad, que llevaría la empresa familia, que sería exitoso y que su familia estaría orgulloso de él. El circo, siempre le pareció una aburrida mofa del teatro, a la que asistían los chicos de una clases media, y los animales nunca le llamaron la atención, por eso, su decisión laboral fue una abrupta decepción y un enorme fracaso en el seno de la familia Quartername, tan adinerada, tan correcta, tan altruista.

Su decisión también había sido un fracaso para él; pero de apoco comenzaba a convivir con ella. Lo que nadie sabía en realidad, era que Liam lo había domado a él.

Etiquetas: Regan Quartername

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